viernes, 15 de julio de 2011

La loca

  No me alcanzan las hojas para hablar de sentimientos, y tal vez sea porque francamente no sé cómo empezar, cómo seguir, o ni siquiera si estoy preparada para hablar del tema. No me entiendo, y por eso es que no pretendo comprensión del otro lado. Si te digo "No te quiero lastimar", no pienses que me quiero subsanar de un futuro error; simplemente te transmito un deseo, soy un desastre y quisiera mantenerte al margen de eso. El problema, amigo mío, es que no estás al margen... 
  <<¿Te gusta la loca?>> pregunté con una sonrisa, << mucho>> dijiste serio. Entonces tengo que hacerme cargo, y ser sincera, aunque mi sinceridad roce el suicidio. Pero vos no tenés ganas de saberlo todo, y preferirías que cierre la boca, que disfrute el beso ese que te costó tanto darme. Y yo, siempre tan inoportuna, no puedo, porque estoy pensando mil cosas y muchas tienen que ver con el miedo a hacerte mal, porque no estoy segura... sos importante, pero sabes (sí, perfectamente) que no puedo dejarlo.
  Te miro, te abrazo, me gusta la calidez que transmitís, es muy nueva para mí. Me gusta, no te creas que no... estar así es una linda novedad, un alivio en mis tardes de Julio. "No quiero sentir lo que estoy sintiendo", me quedo muda. No sé hasta donde quiero que me quieras, me gustaría entenderme un poco mejor, poder dilucidar el quid de la cuestión y dejar de ser tan atormentadamente vueltera con vos. Pero no me sale, y te sigo lastimando, ¿esta es la tercera?
   Digo eso que no querés escuchar, que no tenía que decir, pero dije igual porque no tengo filtro. Perdoname, otra vez, ¿cuántas van? En realidad, no me perdones, escondete y no dejes que te encuentre. Me da impotencia no ser como necesitás, pero no puedo forzar las cosas. Lo dije varias veces ya, tantas que ni me acuerdo; y otras tantas, además, quise alejarme, romper este círculo vicioso.
  No recuerdo cuándo todo se distorsionó, cuándo fui yo la que quiso intentar y vos te negaste... y ahora, vos proponés algo demasiado lindo, y me lo imagino, te juro, claro que me lo imagino. Pero no puedo, aunque te diga que sí no me sale el beso, hablar de sentimientos, comprometerme a la causa de la revolución de la sangre. No, te quiero, pero no alcanza. Y me duele, por supuesto, tan hondo que me asombra, aún así, no puedo ser lo que necesitás. Siempre voy a hacer algo mal, simplemente porque está él, rondándome los sueños, presente en mis labios y en las tres cuartas partes de mi cuerpo. 
  Podría seguir escribiéndote, pero sé que odias mis cartas, mis mails, mi poesía "de cobarde". Porque vos preferís que hablemos de frente, con los ojos vidriosos y agarrados de la mano. Y así, hoy me escuchaste y te enojaste, bien enojado, tanto que quise que te fueras y me dejaras con mi locura, pero no te eché y seguiste escuchando. ¿Vas a poder con esto? No, no podés. Por eso te vas de casa convertido en furia, lastimado una vez más por la loca, esa que te gusta mucho.

No hay comentarios: