"Te juzgo porque tengo ganas, porque te extraño y me saca de quicio saber que te tuve y ahora no tanto, que estás lejos y no tenés las mismas ganas que yo de vernos. Por eso me enojo y puteo, y tengo hasta ganas de llorar un rato, porque hace mucho no lo hago y quizá así me distraiga. Pero estás al margen de todo, decidido a darme alguna especie de lección divina cuando, en realidad, solamente podés aligerar mis penas y potenciar mi deseo.
¿Te rendiste? venías muy bien, jugando conmigo al tira y afloje, peleando y sacando lo peor de mí, demostrándome que soy tan humana como cualquiera, que te puedo querer y odiar, que mañana tal vez me muera de ganas de tenerte conmigo y dentro de unos días prefiera enterrarte en el calendario.
¿Me extrañas? yo sé que sí, me lo dijiste una vez, cuando yo estaba lejos y vos me buscabas, y yo más ignoraba lo que intentabas decirme. Siempre te gustaron los inconvenientes, y bonito inconveniente te encontraste. Porque al principio no quise ser la loca que te llamaba cuando estaba triste y necesitaba contarte sus cosas, que la llevaras al cine o simplemente que te acostaras con ella en el pasto, callados, para hacerse cosquillas y matarse a reclamos. No, yo no quise eso. Pero me gustó tanto, me gusta tanto...
Y ahora es imposible para mí no esperar la perdida en el celular, el mensajito tierno. Peor aún, no puedo contenerme y yo misma escribo, como si fuera otra, te extraño, ¿nos vemos? . Son complicadas las cosas, y estamos bien jodidos, porque como dos estúpidos, nos queremos".
No hay comentarios:
Publicar un comentario