viernes, 29 de julio de 2011

La piedra

Que la lágrima caiga pesada
y la piedra en el pecho se rompa
o se digiera,
pero que deje
que deje de matarnos así,
como burlándose
mientras nos rompemos la cabeza pensando,
estrangulando los miedos
para no parar con este aguacero, 
con este calor helado que calcina los huesos
y nos aleja otra vez,
un poco más,
sin detenerse,
sin preguntar.

Cae la lágrima pesada,
caen los ojos y la mirada de hace dos veranos
cuando conjugamos nombres,
historias,
una verdad que nos enterró desde el principio
sin darnos chance
a elegir,
y salvarnos,
y malgastar tiempo.

No hay  luna y no hay aire,
la piedra baja despacio,
nos mata,
nos pierde.
No estás y no estoy,
y todo tiene ese gusto amargo
de la necesidad que avanza,
un poco más,
sin detenerse,
sin preguntar.

No hay comentarios: