No me convence el concepto de olvido, me parece demasiado complejo y utópico. Cómo es posible desprenderse de las marcas del inconsciente más consciente, de la piel llena de besos y caricias de lluvia. Cómo podemos amputar del calendario los meses que ya no nos conviene recordar, porque los extrañamos tanto que nos duele revivirlos en la cama.
Darling, no es que crea que mentiste cuando hablaste de olvido. Incluso sé que puedo poner en práctica la idea, algunas veces, por tiempos cortos. Pero no siempre me sale, y la recaída es terriblemente dura. Cada tanto me estampo contra el suelo de una mirada tierna, que me mira y se ríe de un comentario inoportuno, del color encendido de mis cachetes. Y quiero volver con un deseo tan grande, que me asusto.
Decime, cómo mandar al rincón a ese chico tan dulce que me abrazó bien fuerte, con un miedo atroz por lo que se nos venía encima. Cómo robarle la voz, censurar un discurso que me encanta escuchar. Extraño tanto ese te quiero dicho de pronto, cerquita del oído, con palabras entre medio que escondían las promesas de lo que se llama eterno, pero dura quinientos veinte mil trescientos cuarenta y ocho besos. Los suficientes para gastarnos los sueños, las noches en la cama del otro jugando a los conquistadores.
No me convence eso del olvido, qué querés que te diga. Porque pasan las horas, los días, los meses. Pasé por el verano más húmedo que vio esta ciudad, por el otoño más amarillo, y ahora, se me cae el invierno encima. Lo más gracioso es que, todavía, no me sale olvidarnos por más de diez minutos.
Dame tu receta darling. Cómo haces para mirarme y no ver lo que pienso, siempre tan notorio en mi cara (aún a mi pesar). Cómo te das la vuelta, dejándome sentada en esa plaza que nos vio devorarnos con ansias, con miedo, con terror del olvido. Ese olvido que hoy llevas como estandarte, como una prueba de que pudiste y yo no... ¿pudiste qué?
Me vuelco en teorías que no tienen ni patas ni cabeza. Tengo sueño, y ganas de verte, y ya son más de las doce. Despedí a la cenicienta hace más de un cuarto de hora, y quedé yo rezongando por el zapatito que te quedaste y no querés devolver. Vení de una vez, estoy esperándote.
No creo en el olvido. Vos seguís siendo lo más hermoso de esta ciudad.
2 comentarios:
El invierno se te viene encima, yo te hago compañía si vos querés, debemos ser unos cuántos los que no hemos podido olvidar aún.
Dale, así nos evitamos un asalto de hipotermia. Sigo creyendo que es imposible olvidar,ahora convivir con el recuerdo... a ver si nos sale. Un beso,siempre un gustazo leerte!
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