Estoy dando vueltas alrededor de tu nombre,
mientras intento escribir algo parecido a un poema
y me ahogo en canciones que hablan de vos.
Pero no hay rima ni color que te quede bien,
porque sólo combinas con el presente que esquivas
y el futuro que en secreto (o no tan secreto) espero.
Darling, no puedo repetirte todo el día
y gastar tus vocales a costa de autoanálisis.
¿Pero es posible agotarte, partirte en pedazos chiquitos
y congelarte en el pasado?
¿Te volverás difuso, enredado,
una foto desenfocada de la sonrisa más hermosa de la ciudad?
Por favor, no me saques el placer de verte.
Mi poema se deforma y se convierte en súplica,
después en duda y lamento,
hasta acabar en confesión.
Y empiezo por el final,
por el silencio que le sigue al te amo.
¿Porque sabías que te amo no?
Es una de esas cosas que pretendí que adivinaras
cuando debería habértelo repetido varias veces,
hasta asegurarme de que no lo olvides más.
Tu nombre se acuesta en una esquina
y yo me siento al lado.
Espero que vengas (más ansiosa que siempre)
para poder escuchar lo que escribí esta noche,
tan helada que tecleo lentísimo
y las ilusiones se enfriaron en mis labios,
esperando tu beso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario