martes, 31 de mayo de 2011

El no cuelga de la punta de mi lengua
y se queda ahí mientras negocia con tus silencios,
que ceden poder, sí, pero con veintitrés concesiones y media.
No das respiro, darling, y me batallás a besos
que se cobran neuronas y litros de conciencia.
Intento irme, abandonar el cielo que asfixia
de tanto calor y primaveras.
Intento, lo juro, desatarme de tus manos
que se cobran mis sentidos con caricias ilegales.
Pero no puedo, ¿vos sí?
Yo me siento demasiado extraña en este corazón,
en esta cabeza que da vueltas alrededor de un nombre
que suena bien al alma, 
a la sangre que corre maratones,
a la foto que todavía no saqué.
No quiero decir no,
tengo ganas de que veas el
que imprimí en varias hojas amarillas
y desparramé por toda la ciudad,
para que la mesa de negociación se cierre
y la batalla termine en el sillón.

domingo, 29 de mayo de 2011

Cuidar (te)

No llores,
no te envenenes contra el tiempo y la distancia.
Yo sé que querés vestirte de caballero
y salir a combatir relojes y rutas,
pero eso no sirve de nada.
Lo aprendiste una vez,
dos veces,
quién sabe cuántas.

Te propongo acostarte en mi espalda, 
y soñar con el cuento escrito en diciembre
cuando todo era sol y viento tibio.
Dormir horas, días, semanas enteras, 
mientras te llevo por las diagonales y las plazas
enterradas bajo hojas de colores olvidados.
Despertar con caricias invisibles,
que se pierdan en el recuerdo del sueño,
ese que me cuentes con la lengua encendida.

Pedime lo que quieras,
pero no llores por favor.
No puedo ser feliz
si mi sol llueve nostalgias.

sábado, 28 de mayo de 2011

Juegos

   Entre juegos, de esos que empiezan por simple aburrimiento, aprendí que no puedo tener todo lo que quiero. A veces la mano es malísima y no hay quien te salve, y otras la confianza te mata antes de que puedas usar el bendito as. Es en momentos así, cuando hay que saber recordar por qué habíamos empezado a jugar para no desafiar a la suerte.
   Darling, tengo ganas de incinerar tanta regla tonta, sinsentido, que arbitra este ida y vuelta de besos convenidos por señales de humo. No aguanto tener que morderme la lengua para no perder mi turno, y andar negociando con el diablo para sacarte un cuerpo en la próxima jugada.
   No hay ganadores ni perdedores, ni siquiera tizas para llevar la cuenta en la vereda. Pero vos peleas por esos puntos que te saqué de ventaja en la última vuelta, y yo todavía discuto por los centímetros de más que tuve que avanzar solita, a ciegas. 
  No hay más premio que tu sonrisa petulante convertida en mueca por mi retruque. Te quejás, me mirás con odio, me besás, me decís te quiero. Entonces se distrae la jugadora experta, que se cae hacia atrás unos veinte casilleros, y te mira con la inocencia primera de la que nunca jugó.
  No me olvido, no te preocupes, no puedo tener todo lo que quiero. Pero cada tanto se me escapa del saber cotidiano, y es ahí cuando acepto volver a combatirte en el sillón, perdiendo a las horas, sin saber bien por qué.

martes, 24 de mayo de 2011

Olvido: concepto

   No me convence el concepto de olvido, me parece demasiado complejo y utópico. Cómo es posible desprenderse de las marcas del inconsciente más consciente, de la piel llena de besos y caricias de lluvia. Cómo podemos amputar del calendario los meses que ya no nos conviene recordar, porque los extrañamos tanto que nos duele revivirlos en la cama.
   Darling, no es que crea que mentiste cuando hablaste de olvido. Incluso sé que puedo poner en práctica la idea, algunas veces, por tiempos cortos. Pero no siempre me sale, y la recaída es terriblemente dura. Cada tanto me estampo contra el suelo de una mirada tierna, que me mira y se ríe de un comentario inoportuno, del color encendido de mis cachetes. Y quiero volver con un deseo tan grande, que me asusto.
   Decime, cómo mandar al rincón a ese chico tan dulce que me abrazó bien fuerte, con un miedo atroz por lo que se nos venía encima. Cómo robarle la voz, censurar un discurso que me encanta escuchar. Extraño tanto ese te quiero dicho de pronto, cerquita del oído, con palabras entre medio que escondían las promesas de lo que se llama eterno, pero dura quinientos veinte mil trescientos cuarenta y ocho besos. Los suficientes para gastarnos los sueños, las noches en la cama del otro jugando a los conquistadores.
   No me convence eso del olvido, qué querés que te diga. Porque pasan las horas, los días, los meses. Pasé por el verano más húmedo que vio esta ciudad, por el otoño más amarillo, y ahora, se me cae el invierno encima. Lo más gracioso es que, todavía, no me sale olvidarnos por más de diez minutos.
   Dame tu receta darling. Cómo haces para mirarme y no ver lo que pienso, siempre tan notorio en mi cara (aún a mi pesar). Cómo te das la vuelta, dejándome sentada en esa plaza que nos vio devorarnos con ansias, con miedo, con terror del olvido. Ese olvido que hoy llevas como estandarte, como una prueba de que pudiste y yo no... ¿pudiste qué?
   Me vuelco en teorías que no tienen ni patas ni cabeza. Tengo sueño, y ganas de verte, y ya son más de las doce. Despedí a la cenicienta hace más de un cuarto de hora, y quedé yo rezongando por el zapatito que te quedaste y no querés devolver. Vení de una vez, estoy esperándote.
   No creo en el olvido. Vos seguís siendo lo más hermoso de esta ciudad.
   
   

lunes, 23 de mayo de 2011

Lo que NO quiero.

No quiero tirar tus canciones,
esas que cantabas bajito para que sólo yo te escuche.
No quiero devolverte ni un beso,
porque los tengo apilados por toda la casa
y ahora son míos;
unos juntan polvo entre los libros,
otros me saludan cada mañana
y me invitan a recordarte
(yo trato de rehusarme, lo juro).
No quiero borrar los te quiero, te extraño,
olvidame, volvé...
Porque todo eso soy yo,
un experimento que te salió
mal o demasiado bien,
y ahora no podes desarmar.
Te necesito darling,
hoy más que siempre,
porque parece que el invierno
se instalo en mi cama
y no quiero temblar más.

Myself II

  Hoy toca hablar de mí. No es que me crea que este blog es un diván, en el que se me permite tirar toda la locura que tengo encima. Pero hoy no tengo otro lugar al que correr, y este me queda cómodo, afuera hace mucho frío...
  ¿Por dónde empiezo? y, digamos que por el final, porque justamente hoy terminé algo. Di fin a un invento, una mascarada que quise sostener para hacerme creer el cuento de la superación. Pero yo sabía (siempre lo supe) que nada estaba tan resuelto ni tan digerido, que todavía quedaban palabras sueltas que no encajaban en ningún lado y me perseguían cuando me descuidaba.
  Y sí, me equivoqué un poco, bastante a decir verdad. Sostuve la fantochada, fingí (¿fingí?) sonrisas. Dije te quiero, te odio, te quiero y te odio otra vez. Él sacó mi lado más inconstante, ciclotímico, pesado, caprichoso, estúpido. Pensar que conoció a ambas... pero no quiso a la que dejaste, y tampoco sé si quiso a la que tuvo.
  Traté de ser dos, la despreocupada que aceptaba complaciente sus llamados de madrugada, y la tonta que cada tanto piensa en "y si...". Mezclé todo, y ahora me quedé en la nebulosa más absoluta.
  No estoy triste, estoy... vacía, si, así se siente. En unos meses, a la distancia, creo que voy a notar mucho más mis errores. Hoy los veo, y justifico, porque cuando me faltaste alguien tenía que ocuparse de mí, porque sola no podía.
  Puf, hablar de mí me enoja, porque generalmente es para criticar, para descargar cosas poco gratas. Prometo algún día una entrada feliz, me lo prometo a mí misma. Suerte salvavidas, hoy me lanzo a nadar sola.  Suerte darling, ojala que estés bien. Suerte para mí, que la noche se me vino encima, y tengo miedo de lo que vaya a soñar.

sábado, 21 de mayo de 2011

Enredos

Te fascina especular,
encontrar una respuesta para esto que no entendemos
y que sigue creciendo
(tan silenciosamente que asusta).
Pero es imposible,
no pierdas noches enteras
ni tardes de siesta.
Dejate convencer por mis enredos,
y juguemos con reglas no escritas
que surgen de besos imprudentes,
de silencios provechosos 
y paseos a las dos de la mañana
por esa callecita vacía.
Quereme darling,
yo te enseño.

Idas

Doblaste en esa esquina sin mirar atrás.
Yo me quedé inmóvil un buen rato,
mientras sentía un nudo en el estómago
que me estrangulaba y me partía en dos,
y me daba cuenta (impotente)
que no podía hacer nada para que te quedes conmigo
en esta ciudad tan húmeda, tan gris.

Te fuiste adeudando dos besos y medio,
con la promesa de olvidos y recuerdos
que me ayuden a armar un presente más tolerable,
 y un futuro que me aterra y excita,
porque tiene tu nombre escrito en cada letra.

¿Vas a volver?
eso me pregunto mientras intento recordar que tengo que mover los pies,
porque la luna se cae del balcón de una Julieta sin Romeo
y quiero estar en mi cama,
para soñarte mucho, hasta cansarme.
Ojala me despierte con un mensaje tuyo,
que diga: Yo también.

Te quiero tanto darling 
que a veces me olvido que no puedo sin vos.


miércoles, 18 de mayo de 2011

Hoja en blanco

    Hace tres meses que no salgo de esta casa, de la rutina angustiosa de la maquinación constante. No estoy comiendo bien, a veces hasta me olvido de hacerlo. Y no duermo, me asusta lo que pueda soñar; las ojeras ya me pisan los hombros.
   Todo es culpa tuya. Porque te veo ahí, desparramada en la cama, lo más relajada del mundo. Desde esa posición  me pedís que te diga algo, pero me quedo mudo. No me sale ni una puta palabra. Y te reís silenciosamente, para que no me sienta tan estúpido. Pero me doy cuenta, qué te pensas.
   Ahora exigís y escondés la comprensión abajo de la almohada. Me sueno los dedos, muerdo la lengua y contengo el silencio. Nada. Ni un había una vez se cuela por mis labios entreabiertos. El odio me enerva, agita mi pulso y comprime el pecho.Toda mi contención se va con tu última provocación, te movés entre las sábanas por el viento que apenas te hace cosquillas.
   Te rodeo, te amenazo con la mirada. Pero luego, me salen palabras malignas que azotan tu cuerpo. Los improperios son unidireccionales, porque vos me matás con la indiferencia. Ni una palabra y toda la expectativa que no logro satisfacer. No puedo darte lo que querés.
  Me siento cerca tuyo. Trato de analizarte, pero sos tan imposible que desisto rápido. Cómo entenderte, si nunca pude. Siempre fuiste un misterio para mí. Por eso me maravillás y me provocás el insomnio de las noches que no terminan más.
  Seguís impasible, ajena a todo.
  Lloro y me río, todo junto, a la vez. Lloro por lo miserable que me siento, tan cerca y tan lejos tuyo. Tan lleno de sentimiento y tan vacío de palabras que regalarte. Me río por tu actitud distante, y por el odio que eso me genera. Te quiero y detesto, esas contradicciones me gustan y me causan gracia. Somos un chiste, vos también, porque esta noche sos mía.
  No sé en qué momento perdí la razón, seguramente a causa de las horas de ayuno e insomnio. No me culpes si pienso mal, y hago lo que no debería. Perdón si te tomo sin cuidado. Perdón si te te observo como objeto de laboratorio, buscando tu punto débil, y te rompo. Perdón si te tiro sin cuidado, sin ocultar el delito bajo la cama o mi ropa.
  Observo el crimen de tu cuerpo blanco y delgado deshecho sobre la cama. Vos te lo buscaste, ¿o no? No fuiste comprensiva, y me pusiste entre la espada y la pared. Reaccioné como pude, como me salió.
  Voy hasta el baño, y pienso en la pelotudez que me mandé. Me duele lo que te hice. Pero antes de que la culpa me haga mal, agarro mis pastillitas para dormir. Me tomo un par, no sé cuántas. Quiero dormir mucho, años de ser posible. Así que trago una atrás de la otra.
  Me agarro de la inconsciencia con toda la fuerza del pensamiento. En mi sueño estás vos, con las pupilas vacías, diciendo: "allá te espero". Te persigo, te abrazo y susurro al fin el principio de la historia, que me invente mientras moría en esta noche de mayo.



martes, 17 de mayo de 2011

Encuentros cercanos

Sentirte próximo
a unos centímetros irrespetuosos.
Respirarte la duda,
mientras me muerdo la lengua
para no darte respuestas que ya conoces,
que ya evaluaste y rechazaste quién sabe por qué.
Sentirte lejos,
con la angustia de quererte adentro mío,
desparramando tus besos agridulces
que me llenan de deseo e incertidumbre.
Porque hoy estás conmigo,
pero el lunes quién sabe dónde
y en unos meses ni lo imagino.
Darling te quiero,
y estás tan cerca que me tienta tu tristeza.
Perdón si te robo un poco de aliento sin permiso,
ojala mi beso te despierte del insomnio
y te sueñes conmigo alguna vez.

viernes, 13 de mayo de 2011

El espejo de Nuria

   Nuria se pasea en círculos delante del espejo, trazando un ida y vuelta sin fin y sin sentido. Le esquiva a su imagen, porque tiene miedo de verse como realmente es. Detiene su marcha y levanta la vista. "Esa no soy yo" piensa, y se toca la cara para confirmarlo. Pero aquella extraña levanta las cejas cuando Nuria duda, y se muerde los labios mientras intenta encontrarse en el reflejo.
   Los ojos son oscuros, casi negros, y las pupilas sin brillo. Parpadea, frunce la nariz, su mirada no expresa nada. Tiene los labios partidos, y cuando intenta sonreír parece que se descocieran en una felicidad inventada. Furiosa, toma un lápiz de labios de su cartera y se pinta de un rojo violento. 
   Se toca la piel pálida, fría. Mientras se detiene en un moretón violáceo sobre el párpado derecho, piensa que está en un cuerpo ajeno. Reprime un suspiro y sigue investigando. Cerca de la sien una cicatriz la estremece. Intenta forzar la memoria, recuperar una anécdota graciosa que justifique el dolor del cuerpo, pero no lo consigue.
  Siente asco de la raquítica sufriente del espejo, que la mira con miedo y perplejidad. Nuria se busca detrás de la ropa holgada y oscura. Apoya la cabeza contra el cristal, la mira -se mira-, fijo y a los ojos. No hay respuesta del otro lado.
  La tonta llora, y ella la ve impotente sin poder hacer nada. Se seca las lágrimas con el puño de la remera, y se abraza para darle consuelo. Pero no consigue mayores victorias, y siente la humedad en los labios delgados. 
 Improvisa posturitas,  buscando desesperadamente reconocer al menos su cuerpo. Imposible. Nuria ve huesos y penas envueltas en ropa. Se horroriza de la tristeza caminante de ese vientre plano, que hace meses no siente el calor de una caricia.
 ¿Quién es ella? se dice otra vez, mil veces más. Primero para sí, luego en susurros, más tarde en gritos, después al espejo. Nuria se enoja con lo que ve, porque hace meses que evita verlo. Eso es ella, una mala copia de lo que una vez fue. Siente vergüenza.
  Ya no da vueltas, y se queda quietita haciendo una última inspección, hasta que descubre un detalle familiar. La puta cadenita esa, que le regaló él para su cumpleaños. Ese día todo cambió, porque Nuria olvidó que tenía que decir a todo que sí, porque las cosas no podían ser distintas a como él pensaba. Y vino el primer golpe, que dolió menos de lo que humilló. 
 ¿Cómo pasar frente a un espejo y querer verse? era inadmisible, porque la imagen devuelta era una invitación a enfrentar el presente, y eso era desafiar "el orden natural" que le habían impuesto sin preguntar.   Pero hoy algo cambió, porque el pulso de su querido se hizo susurro en la noche de año nuevo, y Nuria pensó que era buen día para verse.
  Mientras sonríe, con tímida convicción, el timbre suena y Nuria corre a la puerta, no sin antes ensayar una expresión angustiosa. Los del sepelio ya llegaron, y ella es una viuda golpeada (por el dolor).
  
   

domingo, 8 de mayo de 2011

Doubt

Te dudo otra vez
mientras decís no sé y pedís tiempo,
mientras en mi confusión mezclo nombres y fechas
y olvido que te quiero mucho o nada.
Te dudo,
porque te sentaste en la punta de mi cama
y yo te espero bajo las sábanas para dormir juntos
y soñar, tal vez, algo parecido.
Pero me dejas sola,
y la noche me pesa 
y se me cae encima. 
Sueño con vos, con él, 
con el triángulo de esquinas punzantes.


Te dudo, porque no puedo dejar de dudarme.
¿Es correcto intentar disciplinar los sentimientos?
Creo que estamos equivocados,
y yo aún más por usar antifaces de una noche,
por pretender alargar la historia
que pinta para microficción.
Seguí dudando
por vos y por mí,
por la que te ama
y por la que todavía no sabe que siente.

sábado, 7 de mayo de 2011

Tú, poema

Estoy dando vueltas alrededor de tu nombre,
mientras intento escribir algo parecido a un poema
y me ahogo en canciones que hablan de vos.
Pero no hay rima ni color que te quede bien,
porque sólo combinas con el presente que esquivas
y el futuro que en secreto (o no tan secreto) espero.

Darling, no puedo repetirte todo el día
y gastar tus vocales a costa de autoanálisis.
¿Pero es posible agotarte, partirte en pedazos chiquitos
y congelarte en el pasado?
¿Te volverás difuso, enredado,
una foto desenfocada de la sonrisa más hermosa de la ciudad?
Por favor, no me saques el placer de verte.

Mi poema se deforma y se convierte en súplica,
después en duda y lamento, 
hasta acabar en confesión.
Y empiezo por el final, 
por el silencio que le sigue al te amo.
¿Porque sabías que te amo no?
Es una de esas cosas que pretendí que adivinaras
cuando debería habértelo repetido varias veces,
hasta asegurarme de que no lo olvides más.

Tu nombre se acuesta en una esquina
y yo me siento al lado.
Espero que vengas (más ansiosa que siempre)
para poder escuchar lo que escribí esta noche,
tan helada que tecleo lentísimo
y las ilusiones se enfriaron en mis labios,
esperando tu beso.

jueves, 5 de mayo de 2011

Des-Encuentros

Si te busco y te encuentro,
pero más tarde me voy
y te dejo con tus dudas y las mías,
                      perdón.
                               
No intentes entenderme...
olvidame por unos días
y haceme reír como hoy, 
como siempre.

Complicame con un te quiero,
enterrame con un beso
para que no pueda irme más
y al fin seamos lo que fuimos una vez,
(hace tiempo)
               en un sueño.


martes, 3 de mayo de 2011

Licencias

Te llamo otra vez,
porque no lo dije todo
o creo que lo dije mal.
Y me escuchás, 
con ese silencio que me anula,
porque me recuerda que no sé qué pensas
y puede que sólo estés esperando que me calle.

Confieso duda.
Acepto estupidez.
Hago agua en un discurso que ni yo entiendo, 
cuando no hace falta más que ser sincera
(suicidamente sincera de ser posible)
y decirlo, gritarlo despacito, sin miedo.

Te quiero, darling

Hoy me tomo licencia,
no pienso
y te cuento que anoche me dormí extrañándote.