Y prendernos fuego en pleno agosto
para calmar el frío y la soledad,
incinerarnos sin compasión de la piel
de los labios
que se quiebran de tanto beso
de tanta palabra que no se dice pero se piensa
hasta que deja de importar.
Y sonreír en este suicidio colectivo,
mientras el viento aviva las ganas
y deseamos morir.
Desarmarnos
vos y yo
yo y vos
hasta que la cama explote
y la noche se queme.
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