viernes, 26 de agosto de 2011

Rupturas

    Y estoy diciendo cosas que nunca dije ni quise pensar. El tipo de cosas que me obligan a replantearme ciertas teorías, especialmente aquellas que tienen que ver con las relaciones. Y con la soledad. Porque leí hace poco -una hora atrás- que hay que ponerle nombre a la soledad, porque de esa forma se la exorciza, y además, se acepta que efectivamente hay una cara que la simboliza, una cara que no está.
    Y tal vez me sienta un poco mejor cuando él dice que ya se termina, o el chico lindo se acuerda de que le sale hacerme feliz. Pero tampoco es que eso me haga sentir totalmente satisfecha. ¿Será que nada alcanza o que esperamos más de lo que estamos dispuestos a entregar? porque eso también lo pienso, y no sabría poner en números cuál es mi nivel de compromiso, o si estoy dispuesta a una temporada más o menos permanente en algún que otro café.
    Es complicado escribe alguien, mientras nombro a la soledad y tiene un nombre larguísimo, porque hasta tiene apellido. Y digo puede ser, porque tampoco estoy tan segura ni quiero tener la certeza. Por eso cambio de tema y creo que hablo del frío, del invierno que no se quiere ir, de los días que vienen y de mis ganas de un viaje largo largo. Y del otro lado ajam, y el silencio de la ventana no-titilante que se abstiene de volver al quid de la cuestión.
    Escribir la ausencia me sirve para saber que no existe, porque esa cancioncita está cerca y bien que lo sé. Y ahí es cuando me vuelvo a plantear un par de cosas más, para concluir en que la falta de decisión tiene la culpa de todo, y yo también por no ser más determinante. Pero vivir en matices me deja un gran margen de libertad o libertinaje, y por eso no me sale vestirme de negro, de blanco, y salir cual caballito de batalla a jugar contra... quien sabe.
    Nos vemos, cuidate dicen por ahí. Genial, me cuido de todo menos de la pantalla en blanco y la compulsión de decir, por qué no, que sos la más linda de las soledades. Tristemente cierto.   
Irremediable. Sabido de antemano y combatido sin éxito. Addio.

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