sábado, 20 de agosto de 2011

Revolución

   Anoche la señorita se acostó acompañada de recuerdos que van y vienen, cada vez con más fuerza, cada vez con menos compasión de las distancias. Por eso se levanta con el pelo hecho un caos y la boca torcida, con la necesidad asfixiante de encontrar al chico lindo y sacarse de encima los besos que hacen fila desde marzo.


    La señorita tiene ganas de buscarlo y contarle que hoy pensó en él, y no sólo que pensó sino que también le escribió otra de las tantas cartas que nunca le va a mandar. Además, como situación recurrente, la señorita escucha esos temas lindos que una vez él le cantó, e imagina, con alucinante fidelidad, la carita del chico lindo cuando este sonríe y le complica el tema de respirar.

                               La señorita está sentada, mirando al chico lindo, esperando que todo empiece mientras se cae el invierno en Plaza Moreno, y el frío quema bancos y árboles. Pero él no la entiende y también la mira, no hace nada, no la toca, no se acerca... y ella que le cuenta que hoy escribió otra de las tantas cartas que nunca le va a dar, y tararea una canción calurosa, esperando que al fin se rompan filas y estalle la revolución.
    

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