Todo se precipita,
cae con una fuerza furibunda
mientras entierra recuerdos,
mientras arranca de raíz el te quiero
que una vez alimentó tus labios helados.
Y no puedo hacer nada,
porque perdí esta batalla el verano pasado,
cuando tus valijas decidieron irse lejos
llevándose la que yo era.
Golpe seco en el pecho,
que está hueco hace ya dos estaciones.
Fin, receso, ajuste tardío de cuentas.
Dame algo,
porque todo se precipita,
tenés lo labios helados
y yo me estoy muriendo de ganas
de quemarte la duda.
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