Qué tiene de malo, la mina me gusta, me calienta.
¿Y si la sigo qué? Necesito saber qué hace, qué no hace, a dónde va.
Todo se reduce a simple necesidad.
Le encanta que la hagan sufrir. Es una loca linda, de las que te parten la cabeza. Es culposa, tiene complejo de mártir. La veo pedir perdón cuando no hizo nada, llorar de impotencia, salir corriendo a intentar salvar el mundo. Y me dan unas ganas de agarrarla fuerte y decirle: no pienses más, relajate.
No sabe lo que quiere, entonces hay que darle todo. Un día tenés que ser el pibe más bueno del mundo, otro ni mirarla a los ojos. Porque así ella se siente bien, sufre y llena hojas y hojas con tu nombre, a veces con corazones alrededor, otras puteandote.
Crea cosas de la nada, todas las noches, cuando no puede dormir y la veo acercarse a la computadora. Me maravilla verla teclear rápido, casi con furia, exorcizar pensamientos, descargar lágrimas. No lo quiere, eso lo puedo asegurar; el novio la caga y ella sabe, pero lo aguanta porque como dije le gusta sufrir.
Crea cosas de la nada, todas las noches, cuando no puede dormir y la veo acercarse a la computadora. Me maravilla verla teclear rápido, casi con furia, exorcizar pensamientos, descargar lágrimas. No lo quiere, eso lo puedo asegurar; el novio la caga y ella sabe, pero lo aguanta porque como dije le gusta sufrir.
Es ordenada, ordenadísima, tiene todo clasificado por color y por textura, por peso y por temporada. Sí, yo también pensé que era obsesiva, pero creo que así se siente segura; le gusta controlar. Me encantaría que lo haga conmigo.
Ajam, también controla en ese sentido. Al principio me contuve, no quise ver, sólo estuve cerca hasta que se sacó la ropa. Pero después me dio curiosidad, quise saber cómo se movía. Es increíble. La quise encima mío, la quiero ahora, todo el tiempo.
Un día entré a su pieza, me senté en la cama, toqué las sábanas. Creo que la sentí, como si fuera a llegar en cualquier momento y darme algo de su amor. Porque ella ama complicado, en otro idioma, con miedo. Y yo tengo unas ganas tremendas de disfrutarla. Desde esas entradas furtivas, siento que la comprendo más, que me meto en su mundo.
Y sí, podría hablar de ella por horas, contando dónde tiene lunares y dónde esconde las cartas del primer novio. Podría decir qué le gusta comer, qué odia, a dónde va cuando llueve y hasta incluso qué sueña. Pero no puedo seguir, porque está llegando, agarradita de la mano del novio. Hoy la guardia va a ser larga, cumplen meses y la noche apenas empieza.
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