Venís con las manos llenas de palabras, que no dicen nada pero suenan bien; las decís con los ojos clavados en mi boca, y yo hago un esfuerzo sobrehumano para no ponerme roja. Creo que no me sale, creo que esa última sonrisita fue porque te diste cuenta de lo que estabas provocando.
Vas de una punta a la otra de la ciudad, llevando en los bolsillos monedas y un boleto para dentro de dos semanas. ¿A dónde nos vamos darling? que sea lejos, bien lejos de la humedad que se come los libros. O cerca, bien cerca de mi cama, para jugar a que somos extraños sin nombre y sin pasado, que apenas si saben que se gustan, porque lo están descubriendo a los besos.
Te miro, te como con los ojos y seguís impasible. Quisiera comerte con la boca, plantarte batalla con mis labios anestesiados que piden revancha. Pero hoy no es el día, por eso me voy con tu beso en la frente, haciendo fuerzas para no volver y hacer lo que realmente quiero.
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