"Es tarde (tardísimo) y seguimos hablando. Me decís que se terminó, que estoy distinta, que vos sos otro. Pretendes que me conforme con un simple adiós, mientras yo intento retenerte con cualquier excusa. Pero no me alcanzan las manos para teclear razones lo suficientemente rápido. Y te vas.
Te pido que me atiendas, que me llames, que me encuentres alguna vez y no me pierdas para siempre. Pero tu ventana no titila hace diez minutos y no sé qué pensar. Lloro con lágrimas secas frente al monitor, que no me abraza ni consuela.
No sé cómo llegamos a esto, cuándo el negro se convirtió en blanco, o al revés, ya ni sé. Quiero explicaciones para el frío que estoy sintiendo, que no se va ni con veinte frazadas. Te pido que me salves de la hipotermia, y no me dejes entre las esquirlas de hielo. Tengo miedo.
Volvés. Repetís cosas sin sentido, que no entiendo no sé si por tonta o por testaruda (creo que lo segundo). Antes de contestar te leo media docena de veces. Busco una doble intencionalidad en tus palabras, pero soy ilusa, es más simple que eso. Ya no me querés. Escape".

No hay comentarios:
Publicar un comentario