con la certeza de poder descubrirnos a besos,
con paciencia
con una infinidad de horas por delante,
horas que no pesan
sino que se van escapando
tan rápido que gritamos.
Y en el silencio de la caída
creo que decimos muchas cosas,
tantas que ni me acuerdo...
habrán sido un te quiero
o algo parecido,
una voz que se convertía en suspiro
mientras la noche destruía el cansancio.
Nos dormimos,
nos caímos,
nos desarmamos
en plena batalla.
No, no sirve batallar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario