viernes, 29 de abril de 2011

Tour

   Quiero contarte que, sin querer, vi en tus ojos eso que una vez se desbordó en palabras. Simplemente un chispazo en la mirada, una luz distinta que me hizo sonreír y pensar que, quizás, no todo estaba olvidado y que, inevitablemente, ambos esperamos la revancha.
   También sin querer, porque no lo busqué ni lo provocaste, dejé que una imagen me consumiera por un segundo entero. Recordando se me vidriaron los ojos, y sentí ese vértigo tan maravilloso -que me llevó meses aprender a identificar- haciendo piruetas en mi estómago.
   Darling, si supieras cómo me costó plantar los pies en el suelo y no avanzar hacia vos. Tuve que hacer uso de toda mi fuerza de voluntad para no decir lo que pensaba, para esconder de tus ojos la sonrisa tonta que no podía borrar de mi cara, para no acercarme despacito y agotarte con un abrazo.
  No sabría decir en qué momento me fui lejos, de tour por tus besos y ese verano que hoy hace tanta falta, porque la ciudad se tiñó de amarillo y la nostalgia se cayó del balcón. Pero fue ahí, de eso estoy segura, que notaste que algo pasaba, e intentaste adivinar lo que ya sabías y siempre supiste...que no te olvidé.

jueves, 28 de abril de 2011

Gracias...

Gracias
por el silencio justo y el te quiero dicho de pronto, sin aviso.
por las horas acostados en el pasto charlando de cosas tontas, de cosas importantísimas, de cosas que van y vienen para no volver más.
por escuchar mis historias con personajes de colores y finales abiertos.
por ese abrazo, que no te pedí y me diste sabiendo que me estaba por desarmar y necesitaba algo que me deje de una pieza otra vez.
por aguantar mis cambios de humor, y ese llanto que me agarra a veces porque sí y al teléfono.
por conquistarme de a poquito, sin exigir más que una sonrisa y un veremos.
por esa canción que tarareo todo el tiempo, incluso ahora mientras tecleo rápido para no olvidarme de nada.
por la ternura que escondes y revelas cuando estamos solos.
por ese beso y los que siguieron, que le robaron protagonismo a las palabras.
Gracias
"que te adoro sabrás, eso SIEMPRE será igual":

martes, 26 de abril de 2011

Incluso un poco más

Quererte mucho,
sin sueño y con luna
mientras te sacas las culpas de la espalda
y me dejas acariciarte.
Quererte más,
con la boca y con besos
que se ocupen de tus dudas.


Agotarme en vos,
sin pensar en la vuelta
y en la casa vacía.
Agotarte conmigo,
hasta que te duermas en mi panza
escuchando cuentos sin nudo
que empiezan con Once upon a time.

Dejar que me quieras,
para poder decirte: Yo más.

domingo, 24 de abril de 2011

Dos estaciones

Hicieron falta dos estaciones enteras 
para que cambie de camino para ir a la facu,
de excusa cuando llego tarde,
de mirada y forma de reír.
Quizás un poquito más
para sacarme de encima la torpeza,
el te quiero dicho de pronto,
el cansancio por la noche larga y sin sueños.
Pero todavía no se va mi nostalgia
y esa tendencia autoinmune de aferrarme
a quien me hace bien.
Aunque me mantenga a una distancia prudencial,
y evite esos roces incómodos
en los que mi trabajo de meses tambalea,
algunas veces los accidentes pasan.
No es que me puedas,
pero con vos soy más yo de lo que quiero ser.
Y si eso pasa, sin que pueda hacer nada,
voy a volver a ir por el diagonal más corto de la ciudad,
decir que el micro se retrasó,
mirarte con ternura y reírme fuerte.
Voy a trastabillar cuando salga de la cama,
decirte que te quiero demasiado
y mostrarte las ojeras de mi último desvelo.

Dos estaciones ya se cayeron cerca mío,
todavía te amo.

viernes, 22 de abril de 2011

No te soporto.

No me toques,
no me digas la verdad,
no te quedes en mi cama
ni esta noche ni otra más.
No me vivas,
no me aceleres,
no te quedes a soñar 
cerca de mis sueños.

Porque te quiero, sí,
pero no te soporto.

No me busques,
no te pares en mi puerta,
no te comas mis mentiras
no me digas que me amas.
No me mates ni incineres,
no esperes más de lo que soy,
no te desarmes sobre mí
mientras te digo que no.

Porque no te soporto,
y te quiero más que siempre.

miércoles, 20 de abril de 2011

Narices rojas

"Sacamos bandera blanca y narices rojas, 
por el frío que esa noche se desparramó en la ciudad 
sin que podamos escondernos."
  
 Empezamos por la despedida, que no tuvo lágrimas ni abrazos extensos, sólo un te quiero bien bajito-dicho casi al paso- y un beso que no quería morir. Creo que fuimos desordenados, o quisimos decir no desde el principio. Aún no lo tengo claro, y sólo puedo suponer. ¿Cómo podría saber qué pensaste ese día, si ni siquiera sé en qué estaba pensando yo?
 Mientras te miro, intentando recordar lo que me había jurado olvidar, seguimos por dónde nos quedamos. Y aunque no sepa exactamente en qué calle o diagonal nos separamos, o si había tanto silencio como esta noche, busco con desesperación las respuestas que nos esquivaron por dos estaciones completas.
 Creo que hace frío, y que estoy temblando. Creo que el semáforo está en rojo, y los autos hace rato dejaron de pasar. Creo que nos estamos midiendo, y que me toca empezar. Darling, no puedo ser más que suicidamente sincera, absurdamente yo, y decirte las cosas sin filtro.
 Que te quiero y necesito, que te odio y no te soporto, que te pido que vuelvas y te vayas bien lejos, que te olvidé y no te suelto. Las confesiones se atropellan en mi lengua y son dichas sin pensar. Y vos estás ahí, escuchando, con los ojos vidriosos y los dedos queriéndose romper de tanto que los haces sonar. Todo es una escena extrañamente cómica.
 Nos reímos, porque la sangre se me fue a la cara y estoy roja. Y nuestra risa es ligera, corre hacia el silencio y lo seduce. El invierno, que se nos había caído encima y sin avisar, se calienta y nos da un tibio impasse. 
 Un auto pasa cerca de nuestros pies, pero no nos movemos. Queremos estirar la luna, para que no se vaya y tengamos que dejar de jugar. Me está gustando esto, no sé a vos...
 Te abrazo, porque tengo ganas de sentir cómo va de agitado tu corazón (y que vos sientas como el mío te gana). No decís nada, y es mejor, porque siempre tenés la palabra justa y no quiero que hables por hablar. Me resisto a la idea de dar por hecho todo, así que no doy por hecho nada, y salgo corriendo hasta llegar a la calle más oscura de la ciudad, mientras me río y lloro antes de darme cuenta que hoy es el verdadero reencuentro.

   

lunes, 18 de abril de 2011

Miradas

Sí, exactamente así me mirabas,
y a mí me encantaba la forma en qué lo hacías,
porque me abrazabas con los ojos
mientras yo te hablaba de cosas tontas,
de teorías formuladas en desvelo,
de las idas y vueltas de mi buen humor.
Y me escuchabas,
con esa atención de la que me hiciste adicta,
con esa comprensión propia
de quien tiene la misma locura.
¡Bingo! éramos parecidos (lo somos aún).

Yo fui en tu mirada
más de lo que soy en cualquier espejo,
más de lo que podré ser en la boca de nadie.

¿Te encegueciste?
Porque se me vino el invierno encima,
y necesito que me mires una vez más.

domingo, 17 de abril de 2011

De memoria

Desesperada
busqué por todos lados
una copia,
un registro de lo que me dijiste esa vez
mientras estábamos sentaditos en la plaza:
yo con las manos juntas sobre las rodillas,
vos con tus confesiones de verano
en la punta de la lengua.


Me costó bastante,
pero di con el original
escondido entre tus sábanas
escrito en desvelo y menguante.
Ahora, podes creerme,
te sé de memoria
y puedo recitarte abajo de la lluvia y sin paraguas,
o acostada boca arriba en el pasto.
Puedo, sin errores, empezar por el final
y terminar por el "querida",
porque no existe otra cosa que quiera oír más
-aunque sea de mi boca-
que me queres.
Te adoro.

martes, 12 de abril de 2011

El bulevar

No te rías, pero a veces (sólo a veces) nos imagino juntos,
y me coso la boca para no contarte lo bien que nos va.
Pero me cuesta horrores no decir nada,
mientras te veo perdido entre faldas ajenas
y cuentos de nudo imposible.
Cruzas la ciudad por esa diagonal tan húmeda
pensando en qué hacer con tu vida.
Y no sé si debería ayudarte,
o dejar que encuentres el bulevar por tu propia cuenta.
Me tienta decirte que queda cerca de casa,
y que soy el mejor atajo.
Me tienta decirte que nos imaginé juntos,
y que eras muy feliz.
Pero me callo, al menos por hoy.

domingo, 10 de abril de 2011

So close

Bien cerquita de tu cuello suspiro soledades,
de esas que me atacan siempre que hace frío.
Y me quedo ahí disfrutando del calor,
de la ráfaga tibia que me seca los ojos mojados
mientras te miro.
Bien cerquita de tu boca busco el eco de tu piel,
pero me distraigo (con justa excusa)
cuando sonreís con sonrisa de mil soles,
que me despierta de la siesta impuesta
y el desvelo voluntario.
Tan cerquita de tu nombre se me olvida el mío,
pero soy más auténtica que nunca.
Y aunque no sepa bien qué decir o qué callar,
no me importa,
porque existe ese tiempo que me das
y ningún otro puede,
en el que todo es perfecto.

jueves, 7 de abril de 2011

Querer(te)

    Quererte es fácil.

    Quererte es como respirar, sale solo, sin que tenga que forzar los pulmones; como acostarme en el pasto, y dejar que las palabras se quemen con el sol; como escribirte canciones a las dos de la mañana, mientras imagino que estás por venir.


    Quererte es algo natural

    Quererte es dejar que la lluvia caiga hacia abajo, mientras camino sin paraguas y sin frío; es disfrutar el final de esa peli francesa, que me hizo llorar quince minutos enteros; es cerrar los ojos y apoyar bien fuerte la cabeza en la almohada, hasta que el sueño me gane como siempre.

    Quererte me sale bien.

    Quererte es para mí como una habilidad innata, unas de esas cosas que te salen porque sí y mejor que a nadie, un don de dudosa procedencia y aplicable únicamente a tu nombre.
                                                                                                    
 (Debe ser por todo esto que te quiero tanto).

   

domingo, 3 de abril de 2011

Myself

   Voy caminando con los auriculares puestos y la música a todo lo queda, intentando ahogar tu voz. Pero es imposible, porque te escucho con tanta claridad que me sangran los oídos. Y tengo miedo de quedarme sorda, y no escuchar a quienes me piden que sean más yo, y menos esta desequilibrada en quien me convertí.
    Suena Sanz y Sabina, No hago otra cosa que pensar en ti,  me río (casi lloro) por el llamado de atención de mi propio reproductor de música. Quisiera encontrarme con Ale y Joaquin, como si fueran grandes amigos y terapeutas, y preguntarles si al final de la canción encontraron una forma de dejar de pensar en quienes aman. Pero dudo que la receta sea igual para todos, o que yo sea tan hábil como para aprender.
   Camino un poco más rápido, porque se está haciendo de noche y sin sol me pongo sensible, cosas de loca. Voy atenta, para no pisar las líneas de las baldosas  y que me caiga un piano encima, porque esa es mi suerte. No sé en qué momento me pongo a llorar.
   Mi tristeza no es escandalosa, soy más del tipo que sufre en silencio. Tengo complejo de mártir. Pero cada tanto se me escapa un gemido, y un par de lágrimas caen de cabeza por mi nariz. Ojala me disculpes, ninguna tiene tu nombre, sólo tus silencios.
  Creo que nadie me ve triste, o nadie quiere verme así. Los entiendo, a todos nos aterra el dolor ajeno, y no saber cómo lidiar con el. Así que no puedo más que esperar que alguien me vea, y me abrace, para sentirme menos sola en medio de 7 y 51.
  Llego a la parada del micro, bendito oeste 27 que te haces desear, y me calmo. No da hacer escenas en público, no me gusta eso (aunque mi lema siempre fue: "no importa, no me conocen"). Y mientras ahora suena "No puedo enamorarme de ti", se me hace un nudo en la garganta y hago fuerza para no llorar con ganas. Tarde Joaquin, ya me re enamoré. ¿Qué hago con eso?
  Ya sentadita, y mirando por la ventana en la pose clásica de la melancolía, analizo cada palabra que me dijiste. Es inútil, no hay trasfondos. Sos claro, simple, lineal. Yo soy rebuscada, loca, mujer. Por eso, entiendo mal o no quiero entender (me inclino por esta opción). O sea, sufro a conciencia, pero es algo que no puedo controlar.
  El viaje es bastante largo, pero se me va rápido mientras desgrabo nuestra última charla. De todo lo que dijiste sólo me quedo con la sensación de que tengo mala suerte, en serio; también con que tengo que abandonar un poco mi tendencia a ilusionarme y que no me importe yo. Voy a intentar eso del egoísmo como próxima religión, pero no llevada al extremo, tampoco hay que exagerar. Aunque pensar en mí por un rato me parece bien, sería algo nuevo. 
  Llego a mi casa, tiro el celular por ahí. Me siento en la compu, y te escribo "Hey! ¿cómo andas?", porque siempre quiero saber qué tal te van las cosas. Debe ser que te quiero. Y todo está bien, porque te entiendo mientras me trato de entender. 
  No quiero puntos finales, puntos y aparte, puntos y comas. No quiero nada que ralentice nuestras charlas, que frene los te quiero, o que se interponga en los abrazos. Ayudame a armar buenas historias, de esas que sólo a nosotros se nos ocurren. Porque ahora, mientras me contas cómo te fue anoche, no dejo de imaginar que tal nos hubiera ido juntos. 
  Te despido, me decís: buenas noches, te quiero. Creo que ni siquiera me sale el yo también. Todavía no, perdoname. Me voy a acostar, con nuevas lágrimas por recuerdos viejos, y con la sensación de que falta mucho para que deje de doler.

    

sábado, 2 de abril de 2011

Lo pasado.


  En la espera se volvió paciente, tanto, que podía pasarse horas sentadita en el pasto, esperando un viento tibio que le acaricie la nostalgia. Y quedarse quieta, contemplando el ir y venir de las nubes, mientras pensaba en los besos que una vez él le dio.