Quererte es como respirar, sale solo, sin que tenga que forzar los pulmones; como acostarme en el pasto, y dejar que las palabras se quemen con el sol; como escribirte canciones a las dos de la mañana, mientras imagino que estás por venir.
Quererte es algo natural.
Quererte es dejar que la lluvia caiga hacia abajo, mientras camino sin paraguas y sin frío; es disfrutar el final de esa peli francesa, que me hizo llorar quince minutos enteros; es cerrar los ojos y apoyar bien fuerte la cabeza en la almohada, hasta que el sueño me gane como siempre.
Quererte es para mí como una habilidad innata, unas de esas cosas que te salen porque sí y mejor que a nadie, un don de dudosa procedencia y aplicable únicamente a tu nombre.
(Debe ser por todo esto que te quiero tanto).
Quererte me sale bien.
Quererte es para mí como una habilidad innata, unas de esas cosas que te salen porque sí y mejor que a nadie, un don de dudosa procedencia y aplicable únicamente a tu nombre.
(Debe ser por todo esto que te quiero tanto).
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