que perderse en tus mil maneras de mirar, de sonreír, de intentar adivinar lo que estoy pensando.
Chicolindomío no alcanza el diccionario entero para agradecerte ni el cuerpo para amarte, porque todo traductor colapsa en los frustrados intentos de explicar cuánto te adoro. Y me encanta (te juro) buscar nuevas nuevos lenguajes, resignificar las fotos y las canciones, probar otros idiomas.
Los besos se acercan bastante, cada uno es un mundo infinito que se despliega inconexo sobre la cama, que pide caos y repetición, igual que la mariposa del otro lado del mundo que provoca la tormenta.
Te amo sin restricciones y con la conciencia más plena, más infiltrada en las venas.
Te amo porque no hay nada más simple, más deseado.
Chicolindomío hoy sé que la felicidad es hacernos bien mientras el tiempo nos regala
un espacio detenido, nuestro, en el que existen sólo las promesas de un presente que fluye, igual que las canciones de nuestro amigo Drexler.
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