miércoles, 8 de febrero de 2012

Portate bien, dijo

   Hoy jugué a ser puta. Me dejé manosear en un telo barato por un hombre cuarentón mientras gemía imitando a las minas de las películas. Sonreí cuando me decía boludeces en el oído, cuando me mordía la boca juguetón, cuando le costó sacarme el corpiño. Obedecí cada pedido, primero arisca y después complaciente, observando maravillada la expresión del hombre. 
    Mi mamá siempre me dijo que me porte bien, pero nunca entendí qué quiso decir. La hacía feliz que saliera y tuviera amigas, pero puso cara de piedra cuando le presenté a Martín. Hasta ese momento jamás me había pedido que llegara temprano, que le avise donde estaba, o ese tipo de cosas de las que gracias a mi buena conducta jamás había tenido que padecer. Pero Martín, mi novio, fue el click para que comenzara a pensar en mí como mujer.
    Lamentablemente, tengo que decir que yo era una nena en más de un sentido. Jamás fui rebelde ni demasiado curiosa, ni siquiera me propuse alguna vez hacer algo malo " a ver que pasaba". Por suerte, había encontrado a alguien muy parecido a mí.
    Martín me besaba como si fuera la hermana, sin acercar el cuerpo ni meter la lengua. Se asustaba cuando yo "me emocionaba", cuando estiraba los brazos hasta su cuello y le pedía que se quede conmigo. Al tiempo mi mamá se dio cuenta del rechazo que yo sufría, y decir que estaba más que feliz es poco. Ya no le importó dejarnos solos hasta tarde, e incluso se iba a dormir con una sonrisa estúpida cuando mi novio se negaba a quedarse en casa.
    Al principio no me molestaba, yo estaba contenta con él, con la relación, con la intimidad que habíamos logrado. Pero algo cambió y sería deshonesto decir que no hubo razón, cuando realmente existió una con nombre y apellido.
    No sabría decir si fue un enamoramiento o una calentura, pero él (que será siempre "él") me hizo sentir una persona diferente. Lo conocí en la facultad, en una clase en la que quedamos pocos y había que trabajar en grupo. No hubo trato especial ni miradita, nada de esas cosas pelotudas. Es más, no nos volvimos a hablar hasta la próxima clase de la materia a pesar de haber intercambiado mails. No me lamenté, para nada, aunque sí pensé en que era lindo pibe.
   Al mes me lo estaba cogiendo, y no hubo escala ni procesos. Un día fui al departamento a terminar e imprimir el trabajo, y ni bien entré todo fue rápido, como si nos hubiéramos estado esperando hace años. De ahí en más no pude parar.
   Martín se dio cuenta que estaba más feliz, pero nunca preguntó los motivos. A él le venía bien, yo estaba de buen humor y no lo molestaba. Por otro lado, "él" me sacaba de a poco los miedos y me transformaba con sus ideas de relación y libertad. Me dijo que nunca se había enamorado, que nunca lo iba a hacer, que esta amistad conmigo le sobraba. Yo le daba la razón.
   Por supuesto nada dura para siempre, y yo no me creí ningún cuentito. Cuando se terminó lloré, pero solamente porque iba a extrañar las tardes en el departamento, las charlas después de coger, la curiosidad que me despertaba el cuerpo de él cuando estaba desnudo. En fin, esas cosas... 
   ¿Eso fue portarse mal? pensar que nunca me sentí más completa.
   Me encantaría, mamá, que leyeras esto y supieras que me cansé. Nunca quise ser perfecta. Basta. Basta de esa pretensión de ser chica diez, de ser tolerante y sumisa, de callarme las calenturas y las ganas de mandar todo a la mierda. Basta mamá, de tus enojos y tus ganas de convertirme en Susanita. Te salió mal, perdón, pero no puedo conmigo.
     Hoy jugué, mamita, a ser puta. Y me encantó. Porque yo mandé y fui deseada, y ese hombre estaba abajo mío suplicando que no lo deje más. Me reí tanto, me burlé de la debilidad que mostraba, del dolor de su cara cuando acabó. Me reí cuando se puso triste porque le negué el nombre y el celular. Le di la mano cuando me pagó. No te alteres mamá, que Martín está contento conmigo y hasta capaz nos casemos y todo, pero no me puedo portar bien, ya no puedo.
        

2 comentarios:

Nuclea Gudiel dijo...

Genial, me encanta. No tengo mejores palabras para describirlo, pues me quede de piedra!

Bárbara Dibene dijo...

Gracias por leer tanta locura suelta!