domingo, 19 de febrero de 2012

I like him IV

      Me gusta cuando se queda mirando hacia la nada misma, hacia mi boca, o hacia mis piernas. Cuando se pierde en esa manía que tiene de hacer un inventario de las cosas que van mal con mi cabeza, de mis pequeñas y fortuitas obsesiones inofensivas. Todavía no entiendo de dónde sale tanta satisfacción cuando me mira con cara de terapeuta idiota y dice: ay linda, sos un aparato.


    Gracias. Sigamos.


         Me gusta el desorden de su cabeza, armar las historias como en Elije tu propia aventura, decidir si fue un chico aplicado o de esos típicos hinchapelotas. No me cansa hacerle cientos de preguntas, una atrás de otra en un cuestionario improvisado y de guerra, esperando que él se rinda. Pero no, siempre responde con una paciencia de oro. A veces se ríe, a veces me reta con la mirada, a veces guarda silencio y piensa bien qué decir. En esos casos, no sé si busca las palabras correctas, o quiere que la historia me entretenga. Me gusta cuando contesta cosas de más y cuando me devuelve la pregunta bien rápido, tanto que no tengo tiempo de pensar y contesto cualquier boludez. 

       Me gusta que le gusten el azul y los jueves, la siesta con lluvia y las pelis a medio ver. Me gusta cuando se acerca y un rayo me parte al medio, y listo, no puedo pensar más. Es algo así como una tregua natural entre los cuerpos, un oasis de piel desnuda en medio de tanta diagonal...


      Me gusta que juegue a la distancia, que me obligue a buscarlo, que el encuentro sea causa de revolución. Me gusta, y punto. Vos, y punto. Yo y Mariel.
       

No hay comentarios: