No, no hagas boludeces. No, dejá la lapicera donde estaba y sentate. Tomá agua, respirá. Hace tanto que no sos consciente de tus pulmones, que no les das pelota. Estás azul. Siempre igual pibe, aguantando, dejándote estar.
¿Por qué nunca decís nada?, siempre fue insoportable esa costumbre tuya. Te tragas toda la mierda y te pones de un humor... y hay que bancarte, leerte la cara, comprender. Pero a veces no entiendo lo que querés decir entre tanto silencio. Obvio no me podes echar la culpa. Cómo adivinarte sin ayuda y echa una furia de tanta frustración.
Perdón, me prometí no hacerte reclamos, pero es tan difícil. Sos complicado como pocos y no podes cambiar, no queres cambiar. Yo jamás tuve la voluntad de hacerte más como yo, aunque intenté contagiarte de un poco de vida. No sé por qué pero a veces sentía que no estabas en este mundo. Te veía ajeno a tus amigos, a tu familia, al trabajo. Siempre estabas metido en tu cabeza y pensando quién sabe qué.
Yo te quiero che. Te quiero en serio. A pesar de todo, y mirá que todo fue y es bastante. Mirá lo que me hacés ahora. Rompé ese papel, dale. No digas más esas cosas. No me mires con ese brillo en los ojos. Me da miedo. Hace un tiempo que me das miedo. Te encerrás en la pieza a soñar con tus viejos, hace tanto ya que se fueron los pobres, y te hundís en una melancolía que juro nunca supe compartir.
Creo, ahora que lo pienso y te veo tan fanático, que nunca te gustó la vida. Yo te gusto, eso te lo acepto, pero vivir lo que se dice vivir, no. Esto no es para mí dijiste una vez mientras hacíamos el amor. Me quedé helada, me enojé, te puteé en mi cabeza. Ser feliz siempre te dio miedo. Cada placer te golpeaba en lo más hondo, como si provocara una fisura en tu alma helada.
¿De dónde sacabas fuerzas? decime. Ojala yo haya sido la razón. No me quejo de este tiempo, de vos, de tu silencio fatigado. Yo, como te dije, quise hacerte bien. Pero esto no te lo voy a aguantar. Vos no te vas, no me lo merezco. Durante meses intenté que fueras feliz, en especial desde que me dijiste que la vida era una mierda, pero que yo era linda y capaz valía la pena estar un poco más acá.
No, no hagas boludeces. Vos de acá no te vas. Larga la lapicera y no firmes la puta carta. Yo no quiero cartas, te quiero a vos. A vos feliz, o vivo, o algo parecido a eso, como ahora. No, no te vayas. No, larga eso pelotudo. No, no, no, no....
No hay comentarios:
Publicar un comentario