Sonrisa empezó a hacer ruido, a abrir(me) los ojos, a contagiar(me) la curiosidad. En el tiempo que siguió supo de memoria la historia de una esquina y llegó al final de las estaciones con la certeza de la duda.
Sonrisa se volvió la más linda de la ciudad, el secreto de mi felicidad y el más inoportuno de los desafíos. Fue siempre un tal vez, un ya veremos, una promesa silenciosa y la ansiedad. Alguna vez se volvió distante, otra cercano y mío.
La sonrisa más linda sigue bostezando, a paso lento,
dándome razones para amarlo y quedarme en su mundo.
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