Es ley que las cosas cambian y
que estamos para vivir los cambios.
Lo que apenas era un eco, un murmullo en la almohada, hoy es el grito más fuerte que jamás escuché. Y las palabras se me pegan en la cara, en las manos, en la boca del estómago. Todo lo que fui se regenera, gira cual satélite hasta completar el ciclo, se vuelve el opuesto mejor entre tanto caos que una vez me consumió.
Nos leo desde la distancia, tirada en la cama con lo ojos cerrados y la memoria que crece y crece. Que adquiere un tamaño inverosímil y me acribilla con imágenes. Tan lindas, tan nuestras. Por qué será que lo pasado tiene el color de las buenas historias. Por qué tendremos esa costumbre fortuita de buscar la repetición, como si fuera posible que la noche esté igual de fresca, y vos con tu campera, y yo temblando, y vos agarrándome de la mano, y yo mirándote como una tarada, y vos acercándote, y yo dejando que me estampes contra la pared.
Qué lindo pensarte, quiero que lo sepas. Qué lindo que todo cambie y me acerque, si se puede, todavía más a vos. En cámara lenta, como una ráfaga, soltando cualquier nosenoestoysegura. Qué lindo sos.
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