domingo, 26 de febrero de 2012

Oración

Nos rezamos en silencio 
mientras afuera se hace primavera
y adentro se inunda la cama.
           Nos deshilachamos la piel a mordidas
           a palabras que ni existen
           a silencios tormentosos.
                          Nos consumimos la mirada y el tiempo
                          tan rápido, tan cerca
                          sin darnos chance de olvido.
                                      

viernes, 24 de febrero de 2012

Él se quería ir

    No, no hagas boludeces. No, dejá la lapicera donde estaba y sentate. Tomá agua, respirá. Hace tanto que no sos consciente de tus pulmones, que no les das pelota. Estás azul. Siempre igual pibe, aguantando, dejándote estar.
   ¿Por qué nunca decís nada?, siempre fue insoportable esa costumbre tuya. Te tragas toda la mierda y te pones de un humor... y hay que bancarte, leerte la cara, comprender. Pero a veces no entiendo lo que querés decir entre tanto silencio. Obvio no me podes echar la culpa. Cómo adivinarte sin ayuda y echa una furia de tanta frustración.
   Perdón, me prometí no hacerte reclamos, pero es tan difícil. Sos complicado como pocos y no podes cambiar, no queres cambiar. Yo jamás tuve la voluntad de hacerte más como yo, aunque intenté contagiarte de un poco de vida. No sé por qué pero a veces sentía que no estabas en este mundo. Te veía ajeno a tus amigos, a tu familia, al trabajo. Siempre estabas metido en tu cabeza y pensando quién sabe qué.
   Yo te quiero che. Te quiero en serio. A pesar de todo, y mirá que todo fue y es bastante. Mirá lo que me hacés ahora. Rompé ese papel, dale. No digas más esas cosas. No me mires con ese brillo en los ojos. Me da miedo. Hace un tiempo que me das miedo. Te encerrás en la pieza a soñar con tus viejos, hace tanto ya que se fueron los pobres, y te hundís en una melancolía que juro nunca supe compartir.
   Creo, ahora que lo pienso y te veo tan fanático, que nunca te gustó la vida. Yo te gusto, eso te lo acepto, pero vivir lo que se dice vivir, no. Esto no es para mí dijiste una vez mientras hacíamos el amor. Me quedé helada, me enojé, te puteé en mi cabeza. Ser feliz siempre te dio miedo. Cada placer te golpeaba en lo más hondo, como si provocara una fisura en tu alma helada. 
  ¿De dónde sacabas fuerzas? decime. Ojala yo haya sido la razón. No me quejo de este tiempo, de vos, de tu silencio fatigado. Yo, como te dije, quise hacerte bien. Pero esto no te lo voy a aguantar. Vos no te vas, no me lo merezco. Durante meses intenté que fueras feliz, en especial desde que me dijiste que la vida era una mierda, pero que yo era linda y capaz valía la pena estar un poco más acá.
   No, no hagas boludeces. Vos de acá no te vas. Larga la lapicera y no firmes la puta carta. Yo no quiero cartas, te quiero a vos. A vos feliz, o vivo, o algo parecido a eso, como ahora. No, no te vayas. No, larga eso pelotudo. No, no, no, no....

domingo, 19 de febrero de 2012

I like him IV

      Me gusta cuando se queda mirando hacia la nada misma, hacia mi boca, o hacia mis piernas. Cuando se pierde en esa manía que tiene de hacer un inventario de las cosas que van mal con mi cabeza, de mis pequeñas y fortuitas obsesiones inofensivas. Todavía no entiendo de dónde sale tanta satisfacción cuando me mira con cara de terapeuta idiota y dice: ay linda, sos un aparato.


    Gracias. Sigamos.


         Me gusta el desorden de su cabeza, armar las historias como en Elije tu propia aventura, decidir si fue un chico aplicado o de esos típicos hinchapelotas. No me cansa hacerle cientos de preguntas, una atrás de otra en un cuestionario improvisado y de guerra, esperando que él se rinda. Pero no, siempre responde con una paciencia de oro. A veces se ríe, a veces me reta con la mirada, a veces guarda silencio y piensa bien qué decir. En esos casos, no sé si busca las palabras correctas, o quiere que la historia me entretenga. Me gusta cuando contesta cosas de más y cuando me devuelve la pregunta bien rápido, tanto que no tengo tiempo de pensar y contesto cualquier boludez. 

       Me gusta que le gusten el azul y los jueves, la siesta con lluvia y las pelis a medio ver. Me gusta cuando se acerca y un rayo me parte al medio, y listo, no puedo pensar más. Es algo así como una tregua natural entre los cuerpos, un oasis de piel desnuda en medio de tanta diagonal...


      Me gusta que juegue a la distancia, que me obligue a buscarlo, que el encuentro sea causa de revolución. Me gusta, y punto. Vos, y punto. Yo y Mariel.
       

jueves, 16 de febrero de 2012

Late

Manoseamos los recuerdos
de ese tiempo agonizante en el que no pensamos
y nos dejamos ganar por el silencio,
un tiempo en el que estaba todo por decir
y no dijimos nada.

Aprendimos el idioma de los sueños
y nos inventamos mundos y viajes
que no eran nuestros,
pero nunca hablamos de amor ni de sexo
aunque uno y otro nos enviciaron hasta la médula.


Y ahora forzamos la memoria y no hay caso darling
todo se volvió amarillento
lejano
un punto microscópico en el vacío.


Perdón por no decir te quiero
perdón por llegar tarde.

domingo, 12 de febrero de 2012

I like him III

Me gusta porque me abraza y se ríe cuando hago pucheros,
             porque me busca y me encuentra
                                                  sin importarle que corra y me esconda
                                                                  (que sea tan fugitiva y tan suya a la vez).

Me gusta por la sonrisa franca y las manos grandes
              por el lunar ese chiquito cerca de la boca
              y hasta por la cabeza y media que me saca cuando estoy descalza.

Me gusta cuando mezcla idiomas y canciones
              cuando empieza por el final y pide perdón
                                      cuando dice coma, y punto, y c`est fini.

Me gusta porque es mío 
porque soy suya y no hay con que darle,
y en eso pienso cuando es de noche y quiero un beso
cuando lloro de pura necesidad mientras espero que me llame.  




Mencantaquemencante. 
             

miércoles, 8 de febrero de 2012

Portate bien, dijo

   Hoy jugué a ser puta. Me dejé manosear en un telo barato por un hombre cuarentón mientras gemía imitando a las minas de las películas. Sonreí cuando me decía boludeces en el oído, cuando me mordía la boca juguetón, cuando le costó sacarme el corpiño. Obedecí cada pedido, primero arisca y después complaciente, observando maravillada la expresión del hombre. 
    Mi mamá siempre me dijo que me porte bien, pero nunca entendí qué quiso decir. La hacía feliz que saliera y tuviera amigas, pero puso cara de piedra cuando le presenté a Martín. Hasta ese momento jamás me había pedido que llegara temprano, que le avise donde estaba, o ese tipo de cosas de las que gracias a mi buena conducta jamás había tenido que padecer. Pero Martín, mi novio, fue el click para que comenzara a pensar en mí como mujer.
    Lamentablemente, tengo que decir que yo era una nena en más de un sentido. Jamás fui rebelde ni demasiado curiosa, ni siquiera me propuse alguna vez hacer algo malo " a ver que pasaba". Por suerte, había encontrado a alguien muy parecido a mí.
    Martín me besaba como si fuera la hermana, sin acercar el cuerpo ni meter la lengua. Se asustaba cuando yo "me emocionaba", cuando estiraba los brazos hasta su cuello y le pedía que se quede conmigo. Al tiempo mi mamá se dio cuenta del rechazo que yo sufría, y decir que estaba más que feliz es poco. Ya no le importó dejarnos solos hasta tarde, e incluso se iba a dormir con una sonrisa estúpida cuando mi novio se negaba a quedarse en casa.
    Al principio no me molestaba, yo estaba contenta con él, con la relación, con la intimidad que habíamos logrado. Pero algo cambió y sería deshonesto decir que no hubo razón, cuando realmente existió una con nombre y apellido.
    No sabría decir si fue un enamoramiento o una calentura, pero él (que será siempre "él") me hizo sentir una persona diferente. Lo conocí en la facultad, en una clase en la que quedamos pocos y había que trabajar en grupo. No hubo trato especial ni miradita, nada de esas cosas pelotudas. Es más, no nos volvimos a hablar hasta la próxima clase de la materia a pesar de haber intercambiado mails. No me lamenté, para nada, aunque sí pensé en que era lindo pibe.
   Al mes me lo estaba cogiendo, y no hubo escala ni procesos. Un día fui al departamento a terminar e imprimir el trabajo, y ni bien entré todo fue rápido, como si nos hubiéramos estado esperando hace años. De ahí en más no pude parar.
   Martín se dio cuenta que estaba más feliz, pero nunca preguntó los motivos. A él le venía bien, yo estaba de buen humor y no lo molestaba. Por otro lado, "él" me sacaba de a poco los miedos y me transformaba con sus ideas de relación y libertad. Me dijo que nunca se había enamorado, que nunca lo iba a hacer, que esta amistad conmigo le sobraba. Yo le daba la razón.
   Por supuesto nada dura para siempre, y yo no me creí ningún cuentito. Cuando se terminó lloré, pero solamente porque iba a extrañar las tardes en el departamento, las charlas después de coger, la curiosidad que me despertaba el cuerpo de él cuando estaba desnudo. En fin, esas cosas... 
   ¿Eso fue portarse mal? pensar que nunca me sentí más completa.
   Me encantaría, mamá, que leyeras esto y supieras que me cansé. Nunca quise ser perfecta. Basta. Basta de esa pretensión de ser chica diez, de ser tolerante y sumisa, de callarme las calenturas y las ganas de mandar todo a la mierda. Basta mamá, de tus enojos y tus ganas de convertirme en Susanita. Te salió mal, perdón, pero no puedo conmigo.
     Hoy jugué, mamita, a ser puta. Y me encantó. Porque yo mandé y fui deseada, y ese hombre estaba abajo mío suplicando que no lo deje más. Me reí tanto, me burlé de la debilidad que mostraba, del dolor de su cara cuando acabó. Me reí cuando se puso triste porque le negué el nombre y el celular. Le di la mano cuando me pagó. No te alteres mamá, que Martín está contento conmigo y hasta capaz nos casemos y todo, pero no me puedo portar bien, ya no puedo.
        

lunes, 6 de febrero de 2012

Insomnio

"Le converso a mi insomnio de vos"

...tan lejano y caliente con el sol que parte partiéndote la cabeza
tan ajeno al mundo
tan ajeno a mí que te lloro cada tanto 
a mí que me encanta pensarte a propósito.
Y le cuento de tu voz gastada que canta canciones de amor
de tus ojos empañados y la ceguera autoprovocada,
de las noches y noches rezándote en la cama
del sabor adictivo de tu lengua en movimiento.
Le pido que no te olvide
que se hinche con tu saliva
que me deje soñarte.
Y se ríe con mi ruego silencioso
y llora con mis recuerdos de plaza.
Pasto, mirada, beso,
mano que baja
que busca
que toca
que se deja llevar.
Felicidad.
Insomnio.

sábado, 4 de febrero de 2012

La loca III

   Tengo esa sensación de mierda de que todas las cosas se están saliendo de lugar, de que no puedo sostener lo que pensaba, creía, dije una vez, de que me hace falta algo y no sé qué. Tengo esta otra sensación de que lo necesito y no está, o está pero no conmigo. Y por eso no están buenos mis sueños, y me quedo despierta charlando con el que no está y necesito.
    El error, creo, es pensar tanto. Porque esto viene de días y días de maquinaciones y terapias de almohada. Acá las cosas perdieron el equilibrio hace rato, y todavía no encontré la razón (si es que la hay). ¿Habrá sido que mentí, que dije que no quería nada? ¿Habrá sido porque lastimé, sin querer y a propósito, cuando me salió el egoísmo de adentro? Tal vez sea la combinación de una serie de eventos desafortunados, cosas que se dijeron u omitieron, cosas mal dichas, pronunciadas, gritadas tan despacio que nadie escuchó.
    Y ahora él ya no sonríe para mí, y está bien, o no está bien nada, pero esa es la realidad. No me quejo, no reclamo, no pido más de lo que dio. Y él  sigue pensando en las reglas del juego, ese que terminó hace rato cuando un abrazo me desarmó.
    Pido tregua, pido sacarme las dudas, pido verte, pido "desde el principio".