sábado, 11 de diciembre de 2010

¿Qué hacer con vos?

   Lo mantiene aferrado, bien fuerte, entre sus manos. No da señales de soltarlo (no tiene intenciones de hacerlo). Encaprichada, lo asfixia con sus finos dedos mientras deja resbalar una lágrima cuesta abajo por su cara.
   Le da vueltas al asunto, pero no encuentra una solución plausible. Si lo libera, se sentirá incompleta, y esa posibilidad le resulta intolerable. Si lo retiene, los días se le harán meses, y puede que el tiempo traicionero le robe el sueño, y la paz.
  Lo observa, y en su minuciosa observación se maravilla con los detalles. Tiene colores que no han sido vistos jamás, y por ende, no sabe cómo llamarlos. Huele a jazmines, menta, sol y tierra mojada. Se oye suave, vibrante, ensordecedor, mudo, acústico, bien alto, como un susurro. Es tan único que no puede describirlo bien, sino apenas dar pinceladas de su aspecto.
  Deja de aferrarlo con tanta fuerza. Ahora, simplemente, lo tiene sobre sus manos y lo acaricia. Lo siente tibio, latiendo bajo la piel húmeda. Sonríe, tal vez con tristeza, tal vez con resignación.
  Acomoda al pequeño corazón bajo la almohada, cierra los ojos, y ensaya la primera opción.ERROR. Los sueños son un arma letal para sus soñadores. Segunda opción. ERROR. El reloj la atormenta, y no puede contra él.
¿Qué hacer con su pequeña humanidad? eso se pregunta, y lo presiona contra su pecho

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