Me equivoco otra vez,
saco a relucir mis torpezas
sobre el pavimento helado.
Lloro sola y en silencio,
mientras releo tus cartas
y acaricio los sobres.
Te pienso suavemente,
engañándome con recuerdos
que no resucitan.
¿Por qué pesa tanto tu ausencia?
Se me aplastan las costillas
intentando soportala,
y eso tiene efectos colaterales
para mi pobre corazón.
¿Por qué me siento tan frágil?
pensé que eran ideas mías,
pero aún hoy continuo acorralada
entre letras y comas.
Me equivoco otra vez,
tomo el camino más largo
y me olvido el equipaje.
Te busco con cruenta desesperación,
no estas en ningún espejo
y vuelvo a mi almohada.
Nos sueño juntos y encendidos,
presumiendo besos a los árboles
y a la noche tibia.
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