Veía sin ver, caminaba por inercia y lloraba de pura amargura. Le gritaba al cielo palabras borrosas, que se deshacían por la lluvia de sus lágrimas. Al principio, él le contestaba con tímidas gotas, pero luego, cuando los reclamos aumentaron de tono, ordenó a las nubes descargarse con rabia.
Su ropa mojada le pesaba, pero no tanto como los recuerdos que la fastidiaban. Por alguna razón, su subconsciente más consciente se había complotado con sus ojos, y tras sus párpados, sólo podía ver aquel gesto duro que tanto la lastimó.
Se sacudió, como intentando desprenderse de esa imagen odiosa, pero no lo consiguió. Ya era imposible distinguir si estaba empapada de lágrimas o de lluvia. Se rió de su torpeza.
"Acabó". No llegaba a comprender cómo podía dejarse el cuento apenas empezado. Algo hizo crack, de seguro fue su corazón...
Apenas pudo volver a respirar, salió corriendo de la habitación que de pronto se había vuelto fría y asfixiante. Lo dejó con esas putrefactas palabras saliendo de su boca, "yo...no te quiero más". Intentó no pensarlas, pero con cada paso, más y más se asentaban en su memoria.
Lluvia y llanto. Mala combinación. El cielo lanzó un grito, que eclipsó con ganas un suspiro de muerte.
viernes, 31 de diciembre de 2010
lunes, 27 de diciembre de 2010
Equivocaciones
Me equivoco otra vez,
saco a relucir mis torpezas
sobre el pavimento helado.
Lloro sola y en silencio,
mientras releo tus cartas
y acaricio los sobres.
Te pienso suavemente,
engañándome con recuerdos
que no resucitan.
¿Por qué pesa tanto tu ausencia?
Se me aplastan las costillas
intentando soportala,
y eso tiene efectos colaterales
para mi pobre corazón.
¿Por qué me siento tan frágil?
pensé que eran ideas mías,
pero aún hoy continuo acorralada
entre letras y comas.
Me equivoco otra vez,
tomo el camino más largo
y me olvido el equipaje.
Te busco con cruenta desesperación,
no estas en ningún espejo
y vuelvo a mi almohada.
Nos sueño juntos y encendidos,
presumiendo besos a los árboles
y a la noche tibia.
sábado, 11 de diciembre de 2010
¿Qué hacer con vos?
Lo mantiene aferrado, bien fuerte, entre sus manos. No da señales de soltarlo (no tiene intenciones de hacerlo). Encaprichada, lo asfixia con sus finos dedos mientras deja resbalar una lágrima cuesta abajo por su cara.
Le da vueltas al asunto, pero no encuentra una solución plausible. Si lo libera, se sentirá incompleta, y esa posibilidad le resulta intolerable. Si lo retiene, los días se le harán meses, y puede que el tiempo traicionero le robe el sueño, y la paz.
Lo observa, y en su minuciosa observación se maravilla con los detalles. Tiene colores que no han sido vistos jamás, y por ende, no sabe cómo llamarlos. Huele a jazmines, menta, sol y tierra mojada. Se oye suave, vibrante, ensordecedor, mudo, acústico, bien alto, como un susurro. Es tan único que no puede describirlo bien, sino apenas dar pinceladas de su aspecto.
Deja de aferrarlo con tanta fuerza. Ahora, simplemente, lo tiene sobre sus manos y lo acaricia. Lo siente tibio, latiendo bajo la piel húmeda. Sonríe, tal vez con tristeza, tal vez con resignación.
Acomoda al pequeño corazón bajo la almohada, cierra los ojos, y ensaya la primera opción.ERROR. Los sueños son un arma letal para sus soñadores. Segunda opción. ERROR. El reloj la atormenta, y no puede contra él.
¿Qué hacer con su pequeña humanidad? eso se pregunta, y lo presiona contra su pecho
¿Qué hacer con su pequeña humanidad? eso se pregunta, y lo presiona contra su pecho
jueves, 2 de diciembre de 2010
Desaferrarse
¿Podrías deshacerte de las fotos que tomaste?
Instantáneas matizadas de risas
con sabor a eternidad.
¿Podrías batallar tus recuerdos?
Hasta vencerlos y dejarlos derrotados
en el vacío de la des-memoria.
¿Podrías dejar que te olviden?
Renunciar a tu nombre y tu voz,
sin esconder una copia en los ojos de nadie.
¿Podrías realmente aprender a morir?
Sin reclamos ni aspavientos,
sin aferrarte a tu almohada,
abandonando el tiempo
que ya no te pertenece.
*Taller de poesía. Clase 8
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