miércoles, 15 de septiembre de 2010

La cita

  Me vestí de noche y con los mejores brillos, apelaba al impacto del primer encuentro. Tenía la intención de conquistarte. Mantenía el deseo avaricioso de atraparte con mi gravedad en cero.
  Ese día el tiempo se me antojó lento, pesado. Ansiaba que el sol al fin se escondiese y yo pudiera salir. Me preparé con minuciosidad. Repetí para mis adentros las palabras que pensaba decirte. Todo estaba controlado menos mi rubor. Esa noche brillé más que nunca.
  Cuando finalmente se dio el ocaso salí triunfante. Luminosa y bien llena me posé presumida en el firmamento.
  Esperé ansiosa que aparecieras y así pudieses verme. Quizás tardaste demasiado o yo era la impaciente. Infinitos fueron los segundos hasta que tus ojos se fijaron en mí por vez primera. Sonreí, no se si lo notaste. Sonreí con tímida sonrisa y pupilas encendidas. Me miraste, te miré y me sentí completa.
  Toda la noche dejaste tus ojos clavados en mí. Fue demasiado perfecto. Pero tuve que marcharme cuando unos rayos traviesos me hicieron cosquillas. Te despedí con angustia de amante, porque el vacío ante tu ausencia asfixia.
  Vos apenas te inmutaste. Cerraste las ventanas, me echaste una última mirada y te fuiste con ella.



No hay comentarios: