domingo, 21 de abril de 2013

Sobre la desesperación

El polvo se comerá los muebles. La humedad se los disputará. Habrá empate, y pan duro, y platos sin lavar. Habrá miseria tomando carrera, un infinito abandono trepando las paredes. El aire no podrá respirarse. Se ahogarán.

Alguien buscará explicaciones, demandará obras, proyectos, piedad. Alguien llorará como un niño. Y las razones no aparecerán. Ni pistas, ni papeles perdidos, ocultos, mal olvidados. Ni un rezo tan fuerte que despierte a Dios. El todos, el alguien se quedará en su casa, escribiendo sobre fallas y muertos y hagan algo de una vez.

Los vecinos sacarán la mierda a la calle. Mirarán desde la ventana lo que alguna vez tuvieron. Mirarán la casa ganada por el polvo, la humedad. Y cómo las moscas se pegan al pan, a los platos que ayer vieron comer. Se ahogarán.

Nadie será responsable. Las excusas van a aparecer. Muchos se callarán, otros seguirán llorando. Los poderosos tendrán miedo, pero el rezo no alcanzará. Y ellos, desde la miseria, llorarán por todos y por mañana, cuando los encuentren ceniza en una calle sin numerar.

lunes, 15 de abril de 2013

Distancias

Desde el apuro y las palabras
los silencios
las miradas
            de frente
a los ojos
a la boca
a los recuerdos.

Hasta la cama y la cocina
la ducha caliente
los pies húmedos
la persiana baja.

Desde la vez primera
y el para siempre.
Hasta tus manos tibias,
meu amor,
te adoro.


viernes, 5 de abril de 2013

Sobre cómo una lluvia no fue bienvenida

Sé que se dice y muestra mucho por estos días. Sé que todos permanecemos atentos a los pedidos de ayuda, muchos por las redes sociales, otros tantos por comentarios de conocidos. Hace más de 72 horas estamos en movimiento con trapo y lavandina en mano, con manos ocupadas ordenando ropa, con ropa mojada de limpiar paredes y pisos, con el piso apareciendo debajo del barro.

Sé que fui lenta, pero creo que hoy realmente tomé conciencia. El día del temporal, martes 2 de abril, simplemente noté una lluvia larga, pesada. Y noté mi imposibilidad de moverme de donde estaba. Fue el llamado desesperado de una pareja amiga la que me despabiló. Ellos caminando a oscuras entre medio metro de agua por 3 y 60, ellos entrando empapados, ella llorando, él teniéndola fuerte. Ellos contándonos del susto y la impotencia. Nosotros haciéndoles un té y mandándolos a bañar con agua bien caliente.

Esa noche fue oscura y ruidosa. No dormimos bien, las líneas de teléfono no andaban. Pero nunca imaginamos lo que al otro día íbamos a ver en los medios. Muertos. Desaparecidos. Casas destrozadas. Muebles en la calle. Bolsas y bolsas de basura. Comercios cerrados. Desesperación.

Hoy vi de cerca la zona del cementerio y me impresionó. Perder mucho duele, son años de laburo, de acopio, de elegir la ropa que te gusta y armarte la biblioteca. Es el refugio, el lugar en el mundo. No me lo imagino, pero lo veo.

Agradezco a todos los anónimos acercándose a ayudar, y a todos las amigos que hoy bancaron a la familia de otra gran amiga. Y recuerdo la necesidad de un estado fuerte, porque nuestra ayuda es una gran ayuda, pero faltan obras, inversión y planes a corto y, fundamentalmente, a largo plazo. Hay casas por construir desde cero; el abrigo y la comida son para el día a día, pero hace falta más y eso queda en manos de la municipalidad, provincia, nación. Amiguensé capos.

Gente gobernante no se abatate, hay voluntad de la gente, que haya interés, conciencia y plata de la suya.