En el proceso se corre la mano que tapaba al sol y se dejan de lado los peros y la fuga de cerebros por pensamiento excesivo; se elige lo mejor, lo que hace bien, lo que al fin y al cabo se desea. Y no es fácil, por supuesto, cuesta ver el goce al final del camino; darse cuenta de que el tiempo pasa y nadie te regala respuestas. Pero si se logra, si se choca con el camino, las piezas comienzan a moverse.
Y cuando pasan los días, los meses, los años (espero) la tranquilidad prima en cada sueño y cada proyecto. Porque los afectos son más sinceros y las decisiones más comprometidas, lo que se dice y se escribe toma una dimensión insospechada, y los deseos se materializan en ideas, en ganas, en amor.
Espero ser siempre la transeúnte tranquila y enamorada
que escribe con la claridad de la contentura.