Gracias por estar siempre que te necesité, por reinventarme la risa, por ser el abrazo que me faltaba.
Gracias porque no hubo día en estos años que no tuviera la necesidad de contarte todo lo que me pasaba, aunque fueran cosas que no importaban demasiado (dios bendiga los números free).
Gracias infinitas por quererme tanto y acompañarme, por escuchar, por ser tan vos.
Gracias porque fuiste sincero conmigo y con lo que querías.
Vuelve, vuelve tarde pero vuelve.
Te quiero sol de repuesto, apurate.