Lo miro intentando destrozarle la ropa y llegar a la piel solitaria, al abc oculto que dice lo que él no se anima.
En la espalda encuentro el abrazo fuerte que una vez me dio, cuando todo se iba a la mierda y necesitaba que algo me deje de una pieza otra vez. Qué calorcito lindo cuando no me soltaba y yo le respiraba en el cuello, mientras hacia fuerza con los dientes para no llorar. ¿Se acordará? ¿No querrá saber de dónde venía tanta tristeza?
Me río sola, y se asusta, cuando llego a la nariz y los recuerdos de plaza. Escucho bajito que alguien me extraña, que por qué todo se complica tanto, que los besos son salud y que las excusas asfixian. Carcajada. Boca fruncida. Incertidumbre.
Pregunta "¿qué hacemos"? como si yo fuera palabra autorizada, como si yo entendiera un poco más que él. No sé pienso, mientras trato de imaginar un futuro más o menos inmediato, pero no tengo de dónde agarrarme. Entonces me quedo quieta, como hace tantos meses ya, esperando...
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