Más de una vez te ofrecí las cosas que no tenías. Me quedé cerca, atenta a los faltantes y las urgencias de tu rutina. Un día me querías amiga para escuchar problemas inventados, de esos con los que te encanta hacerte la cabeza. Otro me alejabas, porque te ponía nervioso que te gustaran tanto mis besos.
Nunca entendí esa manía tuya de lastimar sin querer. Es tan triste, darling, que me des una de cal y veinte de arena. Porque a veces me canso, y me pierdo, y tengo ganas de decir c'est fini. Y otras te quiero más, te abrazo, y me prometo estar siempre para vos.
Pasan los relojes, las charlas que no fueron; quedan los besos, el mensajito consuelo. Es noviembre, diciembre amenaza y extraño tanto octubre que no me entiendo. Te espero, como siempre que te espero... canto, grito o creo que me olvido de decir.
¿Sabrás que sigo acá? Igual que hace dos otoños y un beso de los que te parten al medio. Imposible borrarse la memoria, darling, lo dije siempre: no existe el olvido. Por eso no me voy ni te echo. Me quedo con el disfraz que más te gusta, sonriendo como el primer día, cuando me enamoré de tu historia y tu nombre.
(Me dio ternura recordarme escribiendo esto)
