Nos robamos los pensamientos,
nos buscamos como adictos,
intentamos superarlo,
pero no hallamos solución.
Fue una suerte de sobredosis
la que destruyó nuestra razón.
Resignados nos perdimos
yo en tu boca,
vos en la mía,
jugando a encontrarnos
con loca y dulce manía.
Y el hábito se volvió necesidad,
porque ya no me puede faltar ni el beso apropiado,
la caricia justa, el roce furtivo
y un te amo, susurrado al oído.
Piensas en mí
tanto como yo en vos,
y por eso sé que no hay otra opción.
Se me antoja ineludible este final,
VOS Y YO... y la ETERNIDAD.
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